Tu pieza se parece a mi corazón, quizá al tuyo también.
Es así, cada que la vida nos ha tratado mal, se desprende un pedazo de mi corazón, de mi, o de ti. Así como se rompe un vidrio o una cerámica. Y en nuestra lucha nuestra supervivencia siempre juntamos nuestras partes y tratamos de rearmarnos, de completarnos, muchas veces disimulando las heridas. Conforme ha pasado el tiempo, hemos creado una capa protectora "anti-rupturas". Nos la hemos añadido y de alguna manera llevamos la cara en alto.
El problema es que ahora al igual que los vidrios de los coches, cuando se rompen, se rompen en mil pedacitos.
Y al vernos allí en el suelo tan fragmentados se nos acaba la vida.